sábado, 11 de novembro de 2017

Chiquito de la Calzada


Este blog fue creado para hablar del humor gráfico, y en concreto del humor gráfico gallego. Eso no impide que, excepcionalmente, pueda hacer incursiones en otros territorios del humor. Lo hice cuando Les Luthiers recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y vuelvo hacerlo hoy, con motivo de la muerte de Chiquito de la Calzada –Gregorio Sánchez (Málaga, 1932)–, un humorista realmente singular que en los años 90 del pasado siglo alcanzó una popularidad extraordinaria merced a sus apariciones en televisión, popularidad, que, en cierto modo, ha mantenido hasta hoy, a pesar de llevar unos años retirado. 

Su fallecimiento me ha suscitado una serie de reflexiones a bote pronto que me gustaría compartir con ustedes: 

1. Qué sorpresas y caprichos tiene la vida. Chiquito se dedicó siempre al cante flamenco –empezó con ocho años, de ahí su sobrenombre–, acompañando fundamentalmente a figuras del baile, y la popularidad le llegó no solo tarde –a los 62 años de edad–, sino como humorista, después de que el productor y director Tomás Summers –hermano de Manuel y de Guillermo– lo descubriera durante una comida en la que oía en otra mesa a alguien contando chistes sin parar, y le hiciera participar en 1994 en el programa Genio y figura, de Antena 3. 

2. Chiquito ha sido, más que un fenómeno o un icono humorístico, un icono de la televisión, un fenómeno sociológico, algo que muy pocos humoristas habían conseguido antes en España: Gila, Tip y Coll, Eugenio, Martes y Trece. Nos guste más o menos su humor, hay que ponerlo a la altura de estos en cuanto a su trascendencia. No en vano, su figura fue imitada hasta la saciedad dentro y fuera de la televisión. En la caja tonta, Florentino Fernández se hartó de parodiarlo con sus personajes de Krispín Klander y Lucas Grijander en el programa Esta noche cruzamos el Mississippi, de Telecinco. Cómo sería la cosa que Chiquito llegó a ponerle una demanda, reclamándole el pago de derechos de autor. Pero más relevante me parece la imitación de que fue objeto por parte del pueblo: en aquellos años era imposible no encontrar en cualquier grupo de amigos o de compañeros de trabajo una o más personas que se divirtieran –y divirtieran a los demás– reproduciendo su forma de hablar o de moverse. Y es que dejó para la posteridad un buen número de expresiones marca de la casa: “¡Pecador!”, “¿Te dah cuen?”, “¡Fistro!”, “Quietorr”, "¡No puedor, no puedor!", “Norrl”, “¡A candemor e narrr!”, “¡Cobarde!”, “¡Al ataquerrrr!”, “¡Hasta luego Lucasss!”, “¡Por la gloria de mi madre!”, “¡Es usted un torpedo!", “¡Cuidadín, quietorl!”, etc. 

3. Chiquito no fue un cuentachistes más –ni siquiera el mejor–, como había tantos en la época. Recordemos que entre 1990 y 1995 TVE emitió el programa No te rías, que es peor –el primero de muchos espacios de ese tipo que luego vendrían–, que reunía a unos cuantos contadores de chistes como Manolo de Vega, Emilio Laguna, Paco Aguilar o Barragán, algunos de ellos andaluces, como Chiquito, regionalidad esta –la andaluza– con la que solemos asociar la guasa y el gracejo para el chiste. No, Chiquito no era un mero cuentachistes, sino un humorista, y en esto se parecía a Eugenio, que había sido el rey del humor español en la década anterior, con el que, por supuesto, tenía muchas diferencias: Eugenio era catalán; Chiquito, andaluz. Eugenio contaba los chistes sentado; Chiquito, moviéndose estrafalariamente por el escenario. Eugenio tenía un estilo contenido, con un semblante serio, impasible; Chiquito era todo extraversión. Lo que unía a Eugenio y Chiquito –y los convertía en humoristas, más que en simples cuentachistes– es que en ellos lo principal no era lo que decían, sino cómo lo decían. Con Chiquito –como con Eugenio– te reías por cómo contaba el chiste, más que por el chiste en sí. Dicho de otra manera: te reías más durante el chiste que al final. En definitiva, tanto Chiquito como Eugenio se construyeron un personaje –y esta fue su mayor virtud–, personaje que, como ya se ha dicho, era muy diferente en uno y en otro. Curiosamente, a los dos humoristas les unía también el mismo pasado en la canción, pues si el malagueño había sido cantaor, el catalán había formado parte del dúo musical Los Dos junto con su esposa, Conchita Alcaide. 

4. Chiquito gustaba en toda España, también en el norte. Y digo esto porque un cuentachistes andaluz, incluso un humorista andaluz, suele tener su parroquia fundamentalmente de Madrid para abajo. En Galicia, en Asturias, en Cantabria, en el País Vasco, incluso en Cataluña –a pesar de estar llena de andaluces– es más difícil que cale su comicidad. Y esto es algo que no pasa solo con el humor. Lo vemos en todo, por ejemplo en la canción. Tengo comentado con algún compañero –gallego, por supuesto, pues es en Galicia donde vivo– cómo en los últimos años hay una omnipresencia de lo andaluz en la industria del disco en España, como si todos nos fuéramos a identificar fácilmente con esa característica que, ciertamente, a muchos nos resulta bastante ajena. Desde que Alejandro Sanz marcó el camino –bien es cierto que con más talento que muchos de sus seguidores– son muchos los cantantes pop no solo de origen andaluz sino fundamentalmente de estilo andaluz a los que las radios y las televisiones no dejan de emitir: Pablo Alborán, Manuel Carrasco, Antonio Orozco, David de María, El Arrebato, Andy y Lucas, David Bisbal… Sin embargo, siendo un cuentachistes evidentemente andaluz, Chiquito –repito– gustaba a gallegos, asturianos, cántabros, vascos y catalanes. Y es que no cultivaba la guasa andaluza. Lo suyo era otra cosa: un surrealismo inclasificable, basado en el alargamiento hasta el extremo de los chistes, apoyándose en sus pasos largos y sus saltitos de un lado al otro del escenario, sus sonidos guturales y sus juegos de palabras difíciles de entender.  Y siempre cercano y sencillo, como él.


Descanse en paz el gran Chiquito, que a muchos nos hizo pasar tan buenos ratos.

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Incluyo aquí el enlace al artículo sobre el humorista que el excelente columnista José Miguel Giráldez ha publicado en "El Correo Gallego" con motivo de su fallecimiento.

"Sin Chiquito" (José Miguel Giráldez, "El Correo Gallego", 12-11-2017)

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Remato este post retomando o tema do humor gráfico, coa inclusión de dúas viñet-
as sobre Chiquito debuxadas nos anos 90 Xosé Manuel Fernández Montes, o excelente humorista gráfico lugués (aínda que nado en París en 1972) máis coñecido como Hermanager, a quen teño que agradecer a desinteresada cesión dos debuxos. Hermanager colabora en diferentes medios, entre eles Galicia Confidencial. En novembro do ano pasado presentou na biblioteca Ánxel Casal de Santiago de Compostela unha exposición cunha escolma das súas mellores viñetas publicadas nese xornal dixital desde 2012. De seguro que moi logo o teremos de protagonista neste blog.




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